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sábado, 11 de enero de 2014

¿Un residencial seguro o un mortal vecindario?


Si pudieras elegir entre un residencial con seguridad las 24 horas y un barrio con un muerto cada 24 horas... cuál elegirías para vivir? Curiosamente Cristo eligió nacer y vivir en el vecindario más inseguro de su época. Y no solo eso, sino que eligió la forma más insegura para venir al mundo: la forma de un bebé. Para ello tuvo que haber sido un feto y estar bajo los cuidados intensivos de una frágil doncella, la bendita virgen María.

Eligió el lugar más inseguro e insano para nacer: Un pesebre en un establo. Rodeado de animales sucios y olores desagradables. Eligió un territorio inseguro en el momento más inseguro y peligroso para nacer: Israel. En ese contexto histórico, Judea estaba bajo la bota del Imperio Romano. Había un señor soberano que dictaba el rumbo del mundo y ese era el emperador. Y había un solo Rey en Judea (bajo la autoridad del Emperador), Herodes. Cualquier niño nacido en este territorio y en este momento de la Historia, era desde su primer respiro, un súbdito del Emperador y un siervo del Rey.

Cualquier sentimiento nacionalista de parte de los judíos era señal de sedición. De repente aparece una comitiva internacional que va en busca de un niño, un descendiente del rey David, una esperanza, una promesa de un nuevo reino lleno de justicia. Eso es totalmente sospechoso y subversivo. Es totalmente contraproducente para el rey actual: Herodes.

Con el propósito de prevenir cualquier levantamiento contra su autoridad, el Rey Herodes envía a matar a todos los niños menores de dos años. Y así podemos ver que desde sus primeros meses, Jesús fue perseguido. En su tiempo de ministerio activo, la gente lo reconocía con el título: Hijo de David. Esto era una afrenta para el Imperio. Se reconocía su linaje real y su capacidad para restaurar el reino de la casa de David, de la cual proféticamente se había escrito que no tendría fin.

Todo el tiempo esto representó un peligro de muerte. Cristo, siendo en forma de D!os no se aferro a ello sino que se despojó a sí mismo tomando la forma de hombre y de siervo y haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Su motivación fue salvarte. Él vino al lugar más inseguro, en el momento más inseguro para darte seguridad eterna, para tomar tu lugar y el mío y de esa forma hacernos partícipes del suyo.

Eligió la forma más dolorosa y humillante de morir: La cruz. La crucifixión era el peor de los castigos y de las ejecuciones en el Imperio. Era tan humillante que a los ciudadanos romanos se les garantizaba que no sufrirían este tipo de castigo, gracias a sus ciudadanía. Para los judíos colgar en un madero era señal de maldición, pues está escrito: Maldito aquel que cuelgue de un madero.

Jesús se hizo un bebé, pobre, sirviente, condenado. Y se hizo pecado y maldición, rechazado por los hombres y aún por D!os, su padre, para que tú y yo, al creer en su nombre y al creer en su sacrificio por nuestros pecados recibamos vida eterna. Si tomamos la decisión de creer en Él, confiar en Él y rendirnos totalmente a Él, por su gracia nos hace morar junto a Él y bendecirnos en los lugares celestiales.

De nuevo pregunto: Si pudieras elegir entre un residencial con seguridad las 24 horas y un barrio con un muerto cada 24 horas... cuál elegirías para vivir? Curiosamente Cristo eligió nacer y vivir en el vecindario más inseguro de su época para que tú a la larga pudieras mudarte al residencial más seguro de todos los tiempos: el cielo. ¿Aceptas hoy el intercambio?


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