(Una Reflexión para mis amigos protestantes y católicos)
Vivo en Guatemala, un bello país con cientos de
tradiciones y expresiones culturales y religiosas. Con un porcentaje alto de
personas que se auto denominan cristianos - católicos, evangélicos y otros - siendo la primera la que
encabeza dicho porcentaje. Pero aunque el número de cristianos es alto, también
lo es el número de víctimas de la violencia y el nivel de corrupción. Algo
totalmente paradójico. Quizá porque no todos hemos entendido el mensaje central
del evangelio.
Paradójico también es ver como muchos evangélicos
hablamos de una manera irrespetuosa y abusiva a los católicos y viceversa. Creo que debemos disentir pero en un clima de respeto. Porque… no es acaso en amor cómo debemos
vivir, andar y enseñar? Así que por favor deje su piedra en la puerta porque no
vamos a apedrear a nadie en nombre de D!os. Ahora, hablemos del tema
que nos interesa.
Cuando se habla de María, este es un tema que parece
“tabú” y al solo mencionarlo cada quien parece sacar su espada (Biblia) y estar
listos para la ofensiva. Si esperas encontrar acá un post que invite a la
discordia, quizá pierdas el tiempo, porque éste no es el fin.
La enseñanza protestante (evangélica) en nuestro país
suele tomar una posición reacia ante el término “madre de D!os” aplicado a
María. Muchos desde un principio dirían “¡Reprendo!” Pero de nuevo les digo:
calma, guarden la espada y regresemos al contexto histórico donde este concepto
fue tema de discusión.
Sí. Vamos al año 431 d.C. donde el concepto de María
como la “Madre de D!os” o “paridora de D!os” (Theotokos) dio lugar a una gran
discusión en el Tercer Concilio de Éfeso. Atanasio y Nestorio de Antioquía
defendían el término “Christotokos” (paridora de Cristo) mientras Cirilo de
Alejandría y otros defendían el término “Theotokos” (paridora de D!os).
La razón que motivó a los líderes eclesiásticos de esa
época a disentir sobre este tema no era de carácter Mariológico sino
Cristológico. Cristología es la rama de la teología cuyo enfoque es ahondar en
quién es Jesús de Nazaret. Estudia tanto su naturaleza humana como divina y la
relación entre ambas. Es decir, que la discusión no giraba alrededor de la
naturaleza de María, sino de la naturaleza de Jesús. Cristo debía ser el
centro.
La cuestión planteada era si María solo dio a luz solo
a la naturaleza humana de Jesús o también a su naturaleza divina. El tema no
era nuevo y tampoco ese Concilio iba a fijar la verdad, mas bien debía
ratificarla o afianzarla. La cuestión parece sencilla pero cada punto de vista
tenía (y tiene) implicaciones muy importantes.
Decir que María era solo “Madre de Cristo” o “paridora
de Cristo” (Christotokos) era decir que ella había dado a luz exclusivamente a
un Jesús humano y que por aparte la naturaleza divina vino a habitar en él.
Esto era igual a decir que en Jesús coexistían no solo dos naturalezas sino dos
personas distintas; que había en Jesús una conjunción o unión moral: Dios (una
persona) y Jesús (otra persona).
Si esto hubiese sido así no se podría decir que D!os
se encarnó (Juan 1), que Él habitó entre nosotros (Emmanuel), que Él sufrió por
nosotros e incluso que murió por nosotros. Entonces, cómo podría salvarnos,
entendernos y redimirnos integralmente: espíritu, alma y cuerpo? Esto era
contrario a lo que se nos revela en las Sagradas Escrituras. Por tanto el
término “Paridora de D!os” o “Theotokos” es el adecuado para referirse a la
concepción.
María no solo dio a luz a un ser humano natural, sino
a un ser divino, 100% D!os y 100% hombre. Naturaleza divina y humana en una
sola persona: Jesucristo. Él tomó nuestra forma, experimentó lo mismo que
nosotros y padeció lo mismo que nosotros. Tomó nuestras aflicciones y
enfermedades y las llevó sobre sus hombros en la cruz para redimirnos de manera
integral. Este es el misterio de la encarnación, algo totalmente
extraordinario.
De nuevo quiero remarcar que el término “Theotokos” o
“paridora de D!os” tiene y debe tener un carácter Cristológico y
Cristocentrico. Es por eso que, algunos reformadores cristianos guardaban esta
enseñanza.
Ahora quizá alguien pregunte: ¿Si María es la paridora
de D!os, debería tener todo el derecho de recibir adoración? Es interesante
encontrar que la Biblia se centra en la persona de Jesucristo como el unico
mediador entre D!os y los hombres (I Timoteo 2:5). También encontramos en una
porción de la Escritura que Isabel (traducido así por la Biblia de Jerusalén),
llena del Espíritu Santo le dice a María: Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu seno; (Lucas 1:42 Biblia de Jerusalén). María está
feliz y más adelante dice “…desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso,
Santo es su nombre”(Lucas 1:48 y 49 Biblia de Jerusalén), pero más adelante
cuando Jesús inicia su ministerio, una mujer alaba a María delante de Jesús
diciendo “¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!” (Lucas
11:27) y Jesús responde “Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la
guardan.” (Lucas 11:28) . Todavía más interesante aún es encontrar a María
decir “Haced lo que él (Jesús) os diga” Juan 2:5 (Biblia de
Jerusalén).
Por ultimo, no se encuentran indicios en la Biblia ni
en los escritos de los primeros padres de la iglesia, de un culto, adoración o veneración a
María como el que se vemos actualmente. Esto fue el resultado de las tradiciones posteriores. La reforma
protestante se apartó del culto a María porque lo que trataba era regresar a
las raíces, a la Sagrada Escritura por encima de las tradiciones de la Iglesia
Universal, puesto que históricamente muchas enseñanzas fueron trastocadas o
perdieron su equilibrio. La idea es y ha sido volver a colocar a Cristo y a la
Escritura en el centro. Ultimamente esto también se ha ido perdiendo en muchas
iglesias por el influjo del relativismo y el posmodernismo y por una
interpretación pragmática de las Escrituras.
Ahora, alguien preguntará: Si venerar a María no se
enseña en la Biblia ni en los escritos de los primeros padres de la Iglesia,
entonces… debemos rechazar la figura de María de manera irrespetuosa (como muchos han hecho con palabras ofensivas)? No. María ha sido la más bendita de las mujeres, que mostró
humildad, mansedumbre, valentía, fe, amor y sobre todo obediencia. ¿Es digna de
que se hable y se enseñe de ella? Sí. ¿Es digna de que se le imite? Por
supuesto que sí. Seguir su extraordinario ejemplo nos acerca más a Jesús, nos
acerca más a Dios. Recordando siempre las palabras que ella misma pronunció:
hagan todo lo que él (Jesús) les diga.
Muchos discuten si María merece culto o no. (la
respuesta remite a otra pregunta de la que me gustaría tratar en un post más
adelante: ¿Qué es primero, la Sagrada Escritura o las tradiciones de la
Iglesia?) Pero viendo a las Escrituras fijamente la respuesta es que solo Cristo merece nuestra absoluta veneración, culto, adoración.
Y solo quiero terminar con una sencilla
pero significativa reflexión: Hay diferencias entre la enseñanza católica y la protestante pero lo más importante acá es saber qué dicen las Sagradas Escrituras. La Biblia enseña: Que
Jesucristo (D¡os todopoderoso hecho carne) nació de una virgen. Él es Dios y es hombre. Todo fue hecho por medio de Él y para Él. Él murió por nuestros
pecados en una cruz y resucitó al tercer día, para que al depositar nuestra fe
en Él recibamos la salvación como un regalo. Y no solo eso, sino que recibimos
su Espíritu Santo en nuestra vida para darnos la fuerza para perseverar en esa
salvación tan grande. De Él viene el regalo de la salvación, de Él también la
gracia de la santificación y la fuerza para seguir adelante y perseverar hasta
el final.
Tú puedes estar presente en cada culto o servicio
evangélico o en cada misa católica y aún así ignorar esta gran verdad. Por eso
pregunto: ¿Has decidido entregarte completamente a Cristo y reconocer su
señorío? No solo reconocerlo como tu Salvador sino como tu Señor. Señor de tus
decisiones, Señor de tu corazón. Si no lo has hecho aún, este es un buen
momento para iniciar tu relación con Él haciendo una pequeña oración con toda
sinceridad. Reconócelo como tu Señor e inicia leyendo la Sagrada Escritura con
toda dedicación pidiéndole al espíritu Santo que te guíe a toda verdad. Es la
mejor decisión que podrías tomar. En la Escritura encontrarás seguridad,
absoluta y completa seguridad de salvación. Ahí encontrarás Su voluntad, buena, agradable y perfecta.
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