Cuando oramos "Padre nuestro"
declaramos una fe que se vive de manera colectiva, que aunque puede ser individual no puede ser individualista. No oramos "Padre mío", sino "Padre
nuestro". Reconocemos que es Padre mío, pero también Padre del que me cae
bien, del que no me cae muy bien y del que no me cae nada bien. Y al reconocer
que es Padre nuestro, deducimos que somos hijos del mismo Padre y lo que sigue es
que si somos hijos, a la vez somos hermanos. Y esa hermandad nos lleva a la
comunidad unos con otros.
No debemos vivir nuestra fe apartados de la iglesia
(y al decir Iglesia no me refiero sólo al concepto convencional de un edificio, sino
a la de un cuerpo y una comunidad viva que sobrepasa las cuatro paredes),
apartados de nuestros hermanos y del mundo.
El confesar "yo vivo una fe a
mi manera, apartada y prefiero no juntarme con los demás" so pretexto de
encontrar hipocresía y faltas en tal o cual comunidad cristiana es una idea
contraria a nuestra fe y contraria a las Escrituras. El ser familia nos lleva a ayudarnos mutuamente, a
corregirnos, a perdonarnos, a una relación de semejanzas y contrariedades bajo
el vínculo del amor y la fe que confesamos. De nuevo, la fe cristiana es
individual pero no individualista, relacional y colectiva. - Javier el del
Sombrero
No hay comentarios.:
Publicar un comentario